En los últimos años los expertos han sido unánimes sobre la necesidad de estimular el desarrollo sostenible de las ciudades de todo el mundo. Con el término «sostenible» los científicos quieren decir que el desarrollo económico de las ciudades debe ser autocontrolado para no socavar la capacidad futura de la economía urbana para prosperar.
Los límites del crecimiento
La naturaleza tiene la capacidad de alimentar a todas las especies y regenerar lo que ellas consumen. Las distintas civilizaciones han estudiado a través del tiempo este milagro, viviendo sin amenazar los mecanismos naturales de producción. Después de la revolución industrial, la humanidad reemplazó el poder humano natural por máquinas y así se sintió más poderosa, capaz de superar los límites naturales. Este mito de nuestra capacidad de lograr un crecimiento ilimitado y mejorar constantemente nuestra forma de vida con la ayuda de la tecnología, sin esfuerzo y sin la ayuda de la naturaleza, estimuló la rápida absorción de fuentes de energía y al mismo tiempo destruyó los mecanismos naturales de regeneración de energía como los bosques. Fueron necesarios unos dos siglos, desde el siglo XVIII (Revolución Industrial) hasta el siglo XX (Primera Crisis Energética Mundial), para que la gente entendiera las consecuencias de este comportamiento irrespetuoso. En 1972, el matrimonio Meadows, Randers y Behrens, publicó el primer artículo: “Los límites del crecimiento” y demostraron científicamente que si los responsables políticos no controlan el desarrollo económico, la economía global colapsará debido a la extinción de los recursos naturales y la contaminación ambiental descontrolada. Todo esto planteó una pregunta ética: ¿Tenemos derecho a disfrutar de una alta calidad de vida basada en un desarrollo incontrolado y al mismo tiempo comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades?
Los expertos respondieron negativamente a esta pregunta ética y tanto las políticas globales como las políticas urbanas afirman ser sostenibles, lo que significa que respetarán la naturaleza y no amenazarán la capacidad de prosperar de las generaciones futuras.
Según el Informe especial del IPCC sobre los impactos del calentamiento global de 2018, los principales mecanismos del calentamiento global que amenazan el ecosistema el calentamiento de los edificios y el transporte de personas y mercancías. Bajo el término “transporte sostenible” o “movilidad sostenible” se incluyen políticas que pretenden lograr un mejor uso de los recursos naturales para trasladar personas y mercancías y así reducir el impacto en el calentamiento global.
Los aspectos sociales del transporte
La capacidad de desplazarse de un lugar a otro es un requisito indispensable para nuestra existencia y bienestar. En las ciudades con densidad poblacional escasea la tierra desocupada para producir alimentos y el agua no es limpia.
Sin transporte no tenemos acceso a los alimentos ni al agua limpia. Desde la antigüedad se utilizaban barcos y animales y se construían costosos acueductos para trasladar alimentos y agua limpia a las ciudades. Sin transporte no tenemos relaciones sociales: nos encontramos con nuestros vecinos y amigos en la calle al salir de nuestra casa o cuando regresamos a nuestros hogares. Sin transporte no hay economía: las personas y los productos deben encontrarse mutuamente. Por último, sin transporte tampoco hay salud: médicos y pacientes también han de poder encontrarse.
Controlar la movilidad es inaceptable. La movilidad significa libertad, si queremos castigar a las personas las encarcelamos, no les permitimos moverse libremente. Conocimos los efectos secundarios del control de la movilidad durante la crisis sanitaria del COVID. La consecuencia más importante es la redución de nuestras actividades, tanto sociales como económicas. El control sobre nuestra libertad para reunirnos con los demás repercute negativamente en nuestro estado de ánimo, en nuestra forma de pensar y en nuestro comportamiento. El descenso de la actividad económica conduce a la incertidumbre y a la desesperación laboral.
Políticas de movilidad sostenible
Las políticas de movilidad sostenible intentan derivar en un mayor uso de las fuentes naturales de energía. El objetivo no es controlar la libertad de movimiento, sino reducir el consumo de energía para el transporte. La fuente de energía más ecológica es la energía humana. La naturaleza tiene la capacidad de diluir los efectos secundarios de producir energía a través del cuerpo humano, pero no puede absorber los subproductos procedentes de la utilización de máquinas para producir la energía necesaria para desplazarse de un lugar a otro. Sin duda, caminar y montar en bicicleta, son prioridades en las políticas de movilidad sostenible porque si utilizamos nuestro cuerpo no hay límite de movimiento, debido a que no hay impacto en el medio ambiente.
Además del efecto positivo para el planeta de las políticas basadas en caminar y andar en bicicleta, las políticas de movilidad sostenible en la era post-COVID también tratan de estimular el contacto humano. La ocupación y el uso del automóvil llevaron a la transformación de las ciudades modernas, que alteraron significativamente la manera de vivir. En 1961, Lewis Mumford, famoso geógrafo y sociólogo, escribió sobre la transformación social de las ciudades: los residentes de las grandes ciudades dejaron de visitar sus tiendas y ultramarinos locales, dejaron de visitar a sus vecinos para enterarse de las noticias comunicándose cara a cara y, en su lugar, utilizan el coche para comprar en supermercados con desconocidos y la radio para enterarse de las noticias. Una multitud solitaria fácilmente manipulable por la élite política. Hoy en día, el aumento del uso de Internet y los teléfonos inteligentes y el miedo a la infección por virus, ha estimulado aún más la reducción del contacto humano. Las personas que no conocen su localidad, el entorno social y físico, son personas ineducadas, sin identidad social de su entorno, sienten desinterés por los asuntos locales y son fácilmente influenciables por los extremismos. El contacto humano es el pilar de la democracia.
Desde otra óptica, la movilidad basada en caminar y andar en bicicleta -que también se denomina movilidad activa porque activamos nuestra fuerza
muscular para movernos- no es una movilidad de largo alcance. Las tiendas locales de barrio, que no pueden ofrecer productos más baratos que los grandes supermercados pero sí calidad y localidad, pueden prosperar si la movilidad se basa en desplazamientos de corta distancia. Los urbanistas están intentando dividir de nuevo las grandes ciudades orientadas al automóvil en unidades de 15 minutos a pie con autonomía local, reinventando el sentido social tradicional de los barrios que se fue perdiendo poco a poco, debido al uso extensivo del coche. Este modelo urbano se denomina «ciudades de 15 minutos».
En conclusión, la movilidad sostenible no consiste únicamente en proteger el planeta, sino sobre todo en transformar las ciudades sin contacto humano orientadas al automóvil en comunidades sociales, activas y humanas.